miércoles, mayo 29, 2024

La Pioja y la Reina del Amanecer

Había una vez un piojo que se llamaba Fernaca, Fernaca Piojo, que quería vivir a fuerza en la cabeza de los demás, siendo la Piojo un parásito solo se alimentaba de otros para crecer su ego, de todo lo que chupaba y de la epidemia que ella misma significaba.

Un día la princesa del amanecer, que tenía una rizada melena llegó al palacio de mármol donde la piojo se escondía en un rincón, la princesa tenía fe en la bondad que debería existir en los corazones de cualquier cosa viviente, incluso de la Piojo.

Pero la piojo solo quería hincharse con la sangre de quien fuera, no le importaba lo que los demás pudieran sentir, a quienes pudiera afectar, incluso a la princesa del amanecer que había visto por el bien de la Piojo, sabiendo que esta era una alimaña.

La Piojo se regordeaba con su forma de ser e incluso pensaba que los demás la envidiaban por ser como era.

Un día usó toda su maldad en herir a la princesa, que se alejó.

Con el tiempo la princesa se volvió reina, como debería ser, como tenía que pasar... y observaba desde lejos, esperando que semejante parásito se arrepintiera, que enmendara todo el daño. Pero miraba como la piojo seguía con su rutina, sin importarle nada ni nadie, y la inmunda criatura un día la miró observar desde la ventana de su palacio; creyó por un momento, debido a su vanidad sin fundamento que la princesa la miraba porque tendría algo que la Reina quisiera.

¿Qué podría querer la sabia monarca de lo que tuviera una Pioja?

La reina tenía mucho más, había logrado más de lo que un insignificante parásito lograría, mientras la reina avanza diez pasos, cien de los de la Pioja no son ni uno de ella, la reina tiene mucho, y mucho lo ha logrado por su cuenta, no como la alimaña que tiene lo que tiene desangrando a los demás.

Y todo lo que la reina espera es el día en que la Piojo pague por todo.

Podrá esquivar la hora de hacerlo, podrá eludir el momento de retribuir por toda la maldad que ha propagado, pero tarde o temprano Fernaca Piojo va a pagar. Tendrá que pagar por todo el daño que ha hecho, del cual no se arrepiente, y por aquello que le hizo a la reina, quien en algún momento se preocupaba por el bien del insignificante bicho, que solo pudo traicionarla, ya que en un parásito como ella no existe bondad en su corazón, solo un abismo eterno de maldad.


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